lunes, 20 de diciembre de 2010

Capitulo 6

Dafne abrió los ojos y enseguida se dio cuenta de tres cosas. Tenia mucha sed, le dolía la cabeza de forma intensa, y la última y la más importante, no sabia donde estaba.
Se quedó alrededor de dos minutos pensando en que hacer: chillar para ver si acudía alguien o levantarse a investigar donde estaba. Pero finalmente la incertidumbre la levantó de la cama buscando a tientas la puerta. La habitación se hallaba en penumbra, solo a través de las rejillas de las persianas entraba una débil luz. Cuando consiguió su objetivo giró el pomo y tirando suavemente abrió la puerta. Detrás de ella encontró un largo pasillo de color azul claro, y un suelo de parquet. Al fondo vio una mesa, una estanteria con libros y la esquina de un sofá del que sobresalian unos pies. Se deslizó hasta allí por el pasillo y al llegar lo vio. Estaba aún dormido y ligeramente despeinado, era alto al parecer, moreno, y también, por que no decirlo, tenia un rostro bastante lindo. Dafne tuvo que mirarlo algunos instantes más para darse cuenta de que era el mismo chico que le habia quitado de encima al pesado de la noche anterior. A pesar de que después de eso no recordaba nada más. Pero eso si. Como no recordar la sonrisa del chico que la salvó de aquel pulpo. Como olvidar la sonrisa de Mario.
Mario despertó, en realidad llevaba despierto desde que escuchó la puerta de su habitación abrirse pero se había hecho el dormido para ver lo que hacia ella. Al abrir los ojos la encontró mirándolo.
- ¿Que haces?
- ¿Dónde estoy?
- Yo he preguntado primero.
- Estaba mirándote.
- Estas en mi casa.
Ambos sonrien.
- ¿Y que hago aquí?¿Que pasó anoche? ¿No te habras aprovechado de mi?
- Te encontré echa polvo en el baño. No sabia donde vivias y tú no decias nada. Bueno si decias, decias que te trajera conmigo y no, no te he tocado.
- Como voy a decirte yo que me llevaras contigo si no te conozco de nada.
- Pues una de dos, o eres una fresca, o estabas realmente mal.
- IDIOTA. No soy ninguna fresca.
- Lo segundo pues.
- Si, supongo. Gracias.
Mario dejó un hueco a los pies del sofá y Dafne se sentó.
- ¿Quieres desayunar algo?
- No, pero una botella de agua si que quiero beberme. Tengo mucha sed.
- No me extraña, es lo que tiene.
- Lo dices como si yo fuera una irresponsable.
- No se si lo eres pero a mi me lo has parecido.
Mario va a la cocina y le trae una botella de agua de medio litro. Dafne desenrosca el tapón y se la bebe sin respirar.
- Bueno, me voy ya, me quedaria encantada pero mi gente me estará buscando. Por cierto ¿como te llamas?
- Mario
- Ah genial, encantada y esas cosas. Bueno me voy muchas gracias por la cama, el agua y librarme de aquel tio.
- Oye…
Pero Dafne ya se había ido, lo había echo a posta para dejarlo con la palabra en la boca porque creía que era el momento en el que él le preguntaría su nombre, y ella quiso hacerse la interesante.
Lo que no sabia es que Mario no quería decirle eso, quería decirle que se olvidaba el bolso. Con todo. Incluido su DNI, con su nombre, y su dirección.

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