domingo, 29 de noviembre de 2009


Ella quedaba dormida plácidamente. Siempre lo hacía con las piernas abiertas, por si alguna noche él volvía. Dormía así con esa esperanza. El número de veces que él le tocó el coño es directamente proporcional al número de veces que le tocó el corazón. Por eso ella ahora lo echa de menos. Por eso sigue esperando.

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